Stiglitz: la crisis mundial, vista desde Nueva York

18.03.2009 22:31
En la clase del día miércoles 18 de marzo, el profesor hizo mención a una nota periodística realizada al Premio Nobel Stiglitz, publicada en el Diario La Nación del domingo 15 del corriente.

Les dejo a continuación la nota entera y también el link directo (https://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1108677) por si alguno quiere tenerla impresa.

 

 
 
Laura Charry El Tiempo, Colombia / GDA
NUEVA YORK.- "Por favor, quitarse los zapatos." Con esta frase escrita en un cartel, les da la bienvenida a sus invitados uno de los premios Nobel de economía más populares: el estadounidense Joseph Stiglitz. Su apartamento está en una de las mejores zonas de la parte alta de Manhattan y, como en las películas, su edificio cuenta con un portero de gabardina y sombrero que saluda e indica cómo llegar a la casa del afamado economista. El ascensor se abre justo al frente del cartel de los zapatos y pese a que la temperatura está bajo cero se debe cumplir con este ritual, que a primera vista se podría entender como una forma de cuidar el piso de madera del apartamento. Pero la periodista Anya Schiffrin, esposa de Stiglitz, aclara que es para no molestar a los vecinos con pisadas de varias personas a la vez.
El departamento de Stiglitz es grande, sobrio y elegante. Tiene unos ventanales gigantes que ofrecen una vista agradable de la Gran Manzana, pero que también dejan colar algo del frío del exterior. Mientras los invitados, siete periodistas latinoamericanos, esperamos al Nobel, Anya nos atiende con vino y comienza una charla en "spanglish", pues la globalización es tema obligado en esa casa. No en vano, su propietario es una de las voces que más han criticado la manera en que ese proceso ha avanzado.
Mientras discutimos de la crisis financiera, los vuelos a Nueva York y el clima, se escucha un murmullo con la voz del premio Nobel hablando por teléfono. Su esposa lo disculpa: está asesorando a un ministro de Europa del Este que busca salidas para enfrentar la desaceleración mundial. Stiglitz es uno de los pocos expertos que previó la situación actual y por eso cada vez es más consultado. Antes de que los grandes bancos quebraran y que los países ricos se vieran obligados a crear millonarios programas de estímulo económico, Stiglitz recibía unas 1500 invitaciones al año para dar conferencias alrededor del mundo. Hoy supera las 2000. Y es que los temas de la crisis, sus causas, consecuencias y posibles soluciones son tema obligado en la vida de esta pareja, que no sólo atiende periodistas y asiste a eventos académicos en los cinco continentes, sino que, además, los discute en su vida cotidiana. El mismo domingo en que se reunieron con nosotros para cenar, almorzaron con George Soros y luego se encontraron con Edmund Phelps, otro Nobel de Economía, para discutir ideas.
La comida está servida y, como su esposo no ha terminado de hablar, Anya nos invita a la mesa. Es un plato mexicano, que ratifica la vocación internacional de la casa, y justo mientras estamos comiendo llega el premio Nobel de 2001, en medias y con chaleco, como cualquier señor de 66 años. La aureola intelectual que lo acompaña no se ve por ningún lado y menos cuando nos saluda y nos pregunta por nuestros trabajos. Conoce a muchos de los ministros y presidentes de América latina y averigua por ellos, pero ante la primera pregunta cambia su aspecto bonachón y se convierte en el académico que habla con frecuencia en noticieros de la CNN. "América latina tiene un buen sistema financiero, pero no se va a poder escapar del impacto de esta crisis, especialmente si cae mucho la producción mundial. Uno de los más afectados será Venezuela, por su dependencia del petróleo, así como México, por su dependencia de los Estados Unidos. Otros sentirán el coletazo por su elevado endeudamiento", vaticina con toda seguridad.
Considera que el precio del petróleo va a bajar, no sólo por la coyuntura actual, sino también por las prácticas contra el calentamiento global, lo que afecta aún más a los países productores como Colombia. "Lo que se busca es que haya menos producción, para poder reducir las emisiones de dióxido de carbono al 2050, y eso implica menos uso de carbón y de petróleo", dice, mientras nos sirven el postre. Ojo al gasto
Con respecto a los planes de ayuda que han lanzado varios gobiernos, comenzando por el del presidente Obama y pasando por los latinoamericanos, Stiglitz considera que crear líneas de crédito es bueno, pero no implica que se cree el deseo de endeudarse. Asimismo, piensa que la clave está en gastar bien los recursos que se van a inyectar a la economía. Agrega que construir obras civiles es bueno para la economía, pero no para aquellos que pierden el empleo, que en su mayoría no son personas que se dedican a pegar ladrillos.
Para su país, la infraestructura beneficia a los inmigrantes, pero no a los locales, dado que ellos no hacen esas labores y la aspiración del Gobierno de que se consuman más productos estadounidenses que importados, "no es real, porque la gente no los demanda y es ineficiente desde un punto de vista global". Stiglitz no muestra mucho interés en el plato fuerte y casi come sin darse cuenta mientras nos da sus opiniones, pero cuando llega el postre, trata de consumir la mayor cantidad entre respuesta y respuesta. Añade que la inflación ya no debe ser la principal preocupación de los bancos centrales, porque justamente por estar pensando en ella "el mundo está como está hoy".
"La inflación es importante, pero no necesariamente lo más importante. Un poco de aumento en los precios no hace daño y la mayoría de países latinoamericanos, con excepción de Venezuela, tienen un costo de vida manejable", asegura, al tiempo que se declara en contra del esquema de objetivo de inflación (inflation target) . "No hay una teoría económica que lo pueda sustentar, y quizá no es adecuado para las economías pequeñas. La razón por la que no lo comparto es porque no existe un nivel de inflación único que sea bueno para todos. Se hacen metas como si todos los países fueran iguales, sin darse cuenta de que los consumos de comida son diferentes", subraya, mientras se come la última galleta que queda en un plato.
Su consejo para los bancos centrales con esquema de objetivo de inflación es que suavicen sus metas y se preocupen más por la estabilidad financiera. "El que no lo haga, va a tener muchos problemas, porque hoy, más que la inflación, el riesgo es el desempleo. Es un tema de ideología y de imitar a gente como Greenspan [el anterior jefe de la Reserva Federal], que han hecho mucho daño", asegura, y nos ofrece autografiar uno de sus libros como paso preliminar para finalizar la velada. Tan pronto termina de firmar, se despide y sale de la sala a concentrarse en su estudio y en sus llamadas al otro lado del mundo, mientras nosotros nos ponemos los zapatos. Soluciones para el planeta
Una de las secuelas de la recesión es una creciente tendencia hacia el proteccionismo, en especial entre los países ricos. Por este motivo, Joseph Stiglitz considera que no tiene sentido seguir persiguiendo tratados de libre comercio con Estados Unidos, como al que aspira Colombia. "Ese tema no es importante para los próximos dos o tres años. Lo importante para América latina debe ser mirar lo que están haciendo los Estados Unidos y la Unión Europa, pues están violando las normas del libre comercio y llevar los procesos a la Organización Mundial del Comercio", asegura. Y agrega que, si cambian las reglas de la globalización, la región tiene que reaccionar y proteger sus propios intereses, intensificar sus relaciones con China e India, y desarrollar sus mercados domésticos.
Stiglitz preside una comisión de la ONU que presentará soluciones para la crisis en la próxima reunión del G-20 el 2 de abril en Londres. Entre otras, propondrá que el Fondo Monetario sea capitalizado por los países ricos para que pueda financiar a los países en desarrollo con el objetivo de que estimulen sus economías, provean protección social y aseguren un flujo de liquidez para sus compañías.
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